Algunas amigas/conocidas/vecinas, y en el curso de preparación al parto, casi daban por hecho que sí o sí ibas a tener depresión postparto. Que no era como en las pelis, que el amor hacia tu bebé no surgía de repente, que te podían aparecer ganas de desatenderlo y salir corriendo, que te podía apetecer más estar con tus amigas que con tu bebé...
Os quiero contar como me sentí yo porque no es ni tan negro, ni blanco.
Me sentí completamente en una nube. Una nube de amor en la que el "por mi hija mato" de la Esteban se quedaba corta pero no cuando nació, si no, desde que supe que estaba embarazada. Babeaba viendo a mi marido babear. Yo creo que se ha vuelto a enamorar, y me encanta. Solamente quería ponerme bien para estar con mi muñequita y cambiarla, vestirla, cogerla...
También las lágrimas las tenía a flor de piel. Lloraba pensando en lo afortunada que soy por tener a mi niña, mi marido, mi familia y mis amigos. Lloraba cantándole bonitas canciones que también le canté o escuchamos durante el embarazo, lloraba cuando algo no salía bien (le hicieron análisis por estar amarilla, casi me vuelven a meter en quirófano porque no expulsaba bien la sangre de la cuarentena y se me hicieron coagulosos...). Y también lloré cuando mis sobrinos con toda su ilusión vinieron a conocer a su nueva prima y a traerle regalos, especialmente aquellos que habían hecho con sus propias manos.
Mi atención estaba 100% en mi baby, por eso lo describo como estar en una nube. No atendía a las visitas como yo las atendería, no eché todas las fotos que yo echaría, no hice todo lo que dije que iba a hacer (me refiero a pequeñas cosas de "mándame una foto", por ejemplo) Estaba muy olvidadiza y centrada en mi baby.
Como veis, no puedo decir que me encontrara al 100% en mi sano juicio y que no me notara nada especial. Es un momento en el que cuerpo y mente tienen que equilibrarse porque el cambio es brutal. Pero es un cambio que he deseado taaaanto que a base de entregar todo mi amor a paciencia no me ha parecido nada fatal.
Cabe destacar que el monstruo de la inseguridad aparece cada dos por tres: que si la subida de la leche, que si introduce las pezoneras, que si le cambio ya el pañal, que si porque llora, que si le duele la barriga, que si le doy teta o me espero, que si... Constantemente hemos querido hacerlo 100% bien y por eso salen las dudas de novatillos. Pues nada, paciencia, instinto y buenos consejos de los que te rodean.
Todos mis respetos para las chicas que sí entren en una depresión pero creo que en los cursos y las amigas/conocidas/vecinas lo que deberían hacer es animar a superarlo, ayudar a aceptar que hay que pasarlo, que hay que ubicarse y que encima se está flojilla físicamente por las consecuencias del parto... pero que tener un hijo es lo más grande del mundo y las que hemos pasado lo que hemos pasado por el castigo de los tratamientos no podemos perdernos de vivir a tope ni un segundo de nuestro gran sueño. Yo lo siento así, prefiero mirarlo en positivo que aceptar que toca tener depresión.
Amor, paciencia, desfrutar de lo bueno de la vida y de cada momento es lo que he hecho y encima rodeada de todos los míos que lo han vivido con la misma ilusión que yo. No se puede pedir más.